SILVIA PÉREZ - Ovación
Todavía no había podido ver el gol que le hizo a Peñarol
por televisión. Es que el domingo estuvo hasta tarde en Médica Uruguaya, donde
le hicieron una placa y, afortunadamente, se comprobó que no tenía fractura de
tibia. Luego se volvió a Canelones, donde vive, y no tardó en dormirse por los
calmantes que le dieron. En realidad tampoco vio la pelota entrar en el arco de
Peñarol en la cancha. Y lo primero que pensó, mientras corría a abrazarse con
sus compañeros para festejar, es que su técnico el "Tola" Antúnez, es
un a especie de vidente.
"Antes del partido ya me había dicho que iba a hacer
un gol. Me explicó que no iba a entrar jugando por la lesión que vengo arrastrando,
pero que iba a ser la llave del partido. Que me dejaba para los últimos 30` por
la velocidad que tengo. Y yo le contesté que sí, que aunque todavía me duele un
poco la pubalgia, cualquiera quiere jugar ese tipo de partidos. Fue muy
gracioso, cuando hice el gol lo primero que pensé fue en festejar con mis
compañeros, y mientras que corría hacia ellos pensaba `este hombre es brujo,
algo tiene`. Porque me lo dijo antes del partido y también en el entretiempo.
Me anunció que iba a hacer el gol del triunfo. Y fue así. No tengo palabras
para explicar lo que significa hacer un gol contra un grande", relató
Carlos Núñez aún bastante dolorido de la pierna.
"Tengo una muy buena relación con él, hay un aprecio
mutuo entre nosotros", agregó Nuñez sobre el "Tola". "Hemos
tenido varias conversaciones. Le estoy muy agradecido porque me dio la
oportunidad que no había tenido con otros técnicos y trato de responderle de la
mejor forma", aseguró .
Nuñez entró a la cancha a los 60 minutos sustituyendo a
Elías Ricardo Figueroa, ocho minutos después cumplió con la profecía de su
entrenador y a los 79` se fue lesionado con un susto bárbaro, pensando que
estaba fracturado.
"Creo que lo de `Milito` fue sin intención. Fuimos a
trancar los dos, yo llegué un poco antes a la pelota y sentí clarito el tapón
en la tibia. Enseguida se me hinchó y tenía un corte. Cuando me vi la pierna
pensé que me había fracturado. Entonces, levanté la mano porque no podía más. Y
todavía los jugadores de Peñarol me decían que no hiciera tiempo. Pero cuando
Alejandro González vio la pierna me dijo: `quedáte quieto que ya viene el
médico`. Y cuando me pusieron la férula volví a pensar que estaba quebrado. Le
pedía al médico que me dijera la verdad, y él me decía que me quedara
tranquilo. Estaba muy nervioso y pensaba en Royón y que me había pasado algo
parecido. Pero, por suerte, fue solo un golpe y el gran susto. Ahora, con el
hielo ya me bajó un poco la hinchazón y me calmó".
Llegó a Liverpool a los 16 años. Estuvo medio año en la
Sub 16 y lo pasaron a Quinta. Terminó ese campeonato y subió directo a Primera.
Tenía sólo 17 años.
Vivió un año en la residencia para juveniles del interior
que tiene Liverpool en su sede. "Extrañé un poco, pero cada 15 días me iba
para mi casa en Canelones. Pasé muy lindo y le estoy muy agradecido a la
directiva. Sé que soy un privilegiado por estar en Liverpool. Una institución
que me dio todo".
En su pueblo natal ya había defendido los mismos colores,
los de Liverpool de Canelones. Fue en esa época, jugando el Campeonato de
Selecciones del Interior Sub 15, cuando lo vieron los negriazules. "Fue en
un partido Canelones-Florida, que perdimos 3 a 1 y quedamos afuera del campeonato.
Pero estaba Gonzalo Mattos con Diego De Marco y me dijeron si quería venir para
Montevideo a jugar en Liverpool. Les contesté que sí, que para mí era un
orgullo".
Hoy sigue sintiendo lo mismo. "Quiero seguir
creciendo como futbolista profesional y obvio que me gustaría ponerme algún día
la camiseta de la selección y que se me diera el pase al exterior, pero hay que
estar tranquilo, con los pies sobre la tierra y las oportunidades van a llegar.
Por ahora sólo pienso en seguir representando a Liverpool, a esa camiseta
divina".
"Creí que me había fracturado y todavía los de
Peñarol me decían que no hiciera tiempo".
Antúnez: "Es el mimado, a mí me dicen que le aguanto
cualquier cosa. Pero es un pibe bárbaro y me daría una gran alegría si
triunfara. Tiene que sacar su familia adelante y lo que sabe hacer es con una
pelota adentro de la cancha".
Macchi: "Es un chiquilín con mucho futuro. Y todo
para triunfar, está en él saber aprovecharlo. Yo no doy consejos, pero le
cuento mi experiencia. Y le digo que esto es todos los días. Lo rezongamos
bastante. Je".
Dos Liverpool
Canelones
Carlos Núñez tiene 19 años y es el segundo de los ocho
hijos que tuvieron sus padres: Álvaro y María Auxiliadora. Comenzó jugando al
baby fútbol en el Deportivo Sac y luego hizo el ultimo año en el club Fátima.
De allí pasó al Liverpool de Canelones. Siempre fue delantero y siempre le
gustó el gol.
Hoy espera a Catalina, pero la suya será una fábrica
chica
La tarde en que le ofrecieron venir a la capital a jugar
para Liverpool corrió a la tribuna a contárselo a su padre. "Mis padres
son unos fenómenos", dice Carlos refiriéndose a Álvaro, albañil de
profesión y María Auxiliadora, empleada doméstica y ama de casa. Con cuatro
varones y cuatro niñas, la señora tiene para entretenerse. Acostumbrado a
tantos hermanos, Carlos no extraña compartir la habitación de Lomas de Zamora
con siete compañeros. Duerme con Carlos Macchi, Elías Ricardo Figueroa, Nicolás
Royón, Yonny Peralta, Edison Torres, Pablo Melo y Walter Toureilles. "Mis
compañeros que están en las selecciones juveniles me dicen que si no estoy es
por boludo. Debe ser porque soy el más mimado y el más chico del plantel",
contó.
En diciembre pasado, Núñez dejó la casa paterna para irse
a vivir con Daiana, su novia. Hoy esperan a Catalina, su primera hija, para
dentro de una semana o diez días. "Estoy muy contento y deseando que nazca
de una vez", dijo Carlos. Quien enseguida aclaró que no piensa tener
tantos hijos como sus padres. "La nuestra va a ser una fábrica chiquita.
Je".